"El monolitismo ideológico que se le podía suponer al franquismo después
de detentar el poder en España a lo largo de casi cuarenta años no fue
tal. Prácticamente desde los preparativos del golpe militar del 18 de
julio de 1936, la amalgama de formaciones políticas e ideológicas
congregadas en torno a los generales golpistas generó tremendas
tensiones que a punto estuvieron de frustrar los planes de un alzamiento
consensuado contra la República.
Falangistas, carlistas, monárquicos y, más adelante, católicos
propagandistas, democratacristianos, opusdeístas, liberales o simples
tecnócratas, capitalizaron la lucha por el poder bajo la figura
imponente del general Franco, el gran referente de la victoria del bando
“nacional” en la Guerra Civil Española.
Desde la orientación nacional-socialista de una parte importante del
falangismo –el llamado de primera hora, a principios de la dictadura–
hasta los tibios contactos de figuras del Régimen con las propuestas
democratizadoras de políticos republicanos afincados en el exilio –léase
el Congreso de Múnich–, el franquismo puede considerarse como un
laberinto ideológico de difícil definición que consiguió mantenerse en
pie a pesar de las escasas dotes políticas de su valedor." [Editorial]